¿Qué hay de aquella generación donde predominaban los valores?
La generación que sin estudios educó a sus hijos con todo su esfuerzo. Esa donde la predicación de las palabras: «por favor, lo siento y gracias» era el pan nuestro de cada día.
La que a pesar de la necesidad nunca permitió que faltara un plato en la mesa o una manta para los inviernos más duros. Incluso emigraba si la situación lo exigía por amor a la familia.
La que enseñó los valores más importantes a sus descendientes: amor y respeto. Esa generación que mostraba a los hombres el valor de una mujer y a las mujeres, el respeto por los hombres.
Allá quedo, en el recuerdo, aquel grupo que podía vivir con pocos lujos, sin sentirse frustrado por ello; que trabajaba desde temprana edad y reconocía el valor de lascosas, no el precio.
Nuestros mayores, que pasaron por mil dificultades y, sin rendirse, nos enseñaron a vivir condignidad, sin tener que sentirse inferior por tener menos que el prójimo. Adiós a aquella generación que después de una vida de penurias y sacrificio, se van con las manos arrugadas y la frente alzada.
¿Dónde está la generación que nos enseñó a vivir sin miedo?
Aquella generación de hierro que se está muriendo en este mundo y que está dando paso a la generación de cristal. Esa que se fractura de forma irreversible y sin dilación ante un futuro donde las personas desconectarán su alma para encender el microchip.